Represión es hacer cosas que nunca quisiste hacer.
Represión es ser quien no eres, es una forma de destruirte.
La represión es un suicidio, muy lento, por supuesto, un lento pero certero envenenamiento.
La expresión es vida;
la represión es suicidio.
Cuando llevas una vida reprimida, no vives en absoluto.
La vida es expresión, creatividad, alegría.
Cuando vives como la existencia ha querido que lo hagas, estás viviendo de forma natural.
No tengas miedo a los sacerdotes.
Haz caso a tu instinto, escucha a tu cuerpo, escucha a tu corazón, a tu inteligencia.
Confía en ti mismo, ve donde te lleve tu espontaneidad, de ese modo no fracasarás.
Si sigues la corriente de tu vida natural de forma espontánea, un día, inevitablemente, llegarás a las puertas de lo divino.
Tu naturaleza es lo divino que hay dentro en ti.La fuerza de esa naturaleza es la fuerza de la vida que hay en ti.
Es cierto que la naturaleza no es suficiente —también hay una naturaleza superior—, pero lo superior llega a través de lo inferior.
El loto nace del lodo.
El alma nace del cuerpo, la trascendencia nace de la sexualidad.
La represión es no escuchar a tu naturaleza.
La represión es un truco para destruirte.
Sé expresivo.
Pero recuerda:
expresar no significa ser irresponsable.
Exprésate con inteligencia y no perjudicarás a nadie.
Una persona que no es capaz de hacerse daño a sí misma tampoco puede hacérselo a nadie.
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